EL DOMINGO DE GAUDETE

El tercer domingo de Adviento es llamado “domingo de gaudete”, o de la alegría, por la primera palabra del introito de la Misa en latín: Gaudete, es decir, regocíjense

El introito, actualmente más conocido como Antífona de entrada toman su texto de algún concepto principal y característico del día que se está celebrando, y no necesariamente es una cita literal de la Escritura.

La Antífona de entrada marca el carácter festivo de esta celebración:

Estén siempre alegres en el Señor, les repito, estén alegres. El Señor está cerca. (Cfr. Flp 4, 4.5)

Origen y significado del Adviento

A finales del siglo IV, el tiempo de Adviento tuvo un origen ascético, penitencial; hasta el extremo de ser considerado en España y las Galias como una semicuaresma. Comenzaba el día después de la fiesta de San Martín (12 de noviembre), y terminaba el día anterior a la Navidad de aquí que a menudo se le llamara la "Cuaresma de San Martín".

La Liturgia Romana, que introdujo el Adviento en la segunda mitad del s. VI, adoptó una posición muy distinta, pues lo concibió como un tiempo de gozo y esperanza ante la venida del Señor. Esta característica se conservó incluso cuando, más tarde, se introdujeron elementos penitenciales.

La duración varió según los lugares: 6 a 5 semanas (España, Galias, Milán), 2 semanas (Bizancio), 4 semanas (rito siro-oriental). En Roma fueron 6 semanas al principio, y más tarde 4. San Gregorio Magno organizó definitivamente el adviento romano en cuatro semanas.

Durante algún tiempo, Adviento fue objeto de una doble interpretación: días que preparan a la manifestación histórica de Cristo (primera venida) o etapa que resalta la expectación de la última venida del Señor al fin de los tiempos (segunda venida). En Occidente se impuso la idea de que es un tiempo de expectación ante la Navidad («nuevo» nacimiento de Cristo en el misterio litúrgico), mediante la asimilación de los sentimientos que tenía el pueblo elegido mientras esperó al Mesías, y la actualización de los sentimientos cristianos de anhelo del retorno del Señor; es decir, una síntesis armónica de expectación ante la venida histórica y escatológica de Cristo.

Según el Calendario Romano actual, «el tiempo de Adviento tiene una doble característica: es el tiempo de preparación a las solemnidades de la Navidad— en las que se conmemora la primera venida del Hijo de Dios a los hombres— y, a la vez, el tiempo en el cual, mediante este recuerdo, las mentes se dirigen a las expectativas de la segunda venida de Cristo al final de los siglos. Por este doble motivo Adviento se presenta como tiempo de la gozosa y devota expectativa» (n. 39). «Adviento comienza con las primeras vísperas del domingo más próximo al 30 de noviembre y termina antes de las primeras vísperas del día de Navidad. Los domingos se llaman I, II, III, y IV de Adviento. Las ferias comprendidas entre el 17 y 24 de diciembre inclusive se ordenan de un modo más directo a preparar la Navidad» (CR, nn. 40-42).

Domingos de “gaudete” y “laetare”

Hay dos domingos en la Iglesia permite usar el color rosa en la vestiduras litúrgicas y estos son el cuarto domingo de Cuaresma (laetare) y el que nos ocupa en este artículo, el tercer domingo de Adviento (gaudete) porque en medio de la “espera”, se recuerda que ya está próxima la alegría de la Pascua o de la Navidad, respectivamente. En la corona de Adviento también se suele encender una vela rosada.

Al organizarse el Adviento en cuatro domingos, en el domingo de gaudete, al igual que en el domingo de laetare, se permitía usar el órgano y las flores, prohibidos durante el resto de la estación; se permitía el uso de vestimentas color rosa en lugar del púrpura (o negro como sucedía anteriormente); el diácono y el subdiácono reasumieron el uso de la dalmática y de la túnica en la Misa principal, y los cardenales usaban color rosa en lugar del púrpura. Todas estas marcas características han continuado usándose y son la disciplina actual de la Iglesia Latina.

Significado del Domingo de Gaudete

El domingo de gaudete, hace un alto, como el domingo de laetare, a medio camino a través de una temporada que de otra manera es de carácter penitencial, y significa la cercanía de la venida del Señor. Tanto en el Oficio como en la Misa a través del Adviento, se hace referencia continua a la segunda venida de nuestro Señor, y esto se enfatiza en el tercer domingo por medio de la adición de signos de felicidad permitidos para ese día.

Las lecturas de la celebración eucarística enfatizan la alegría de la espera y nos incitan a regocijarnos y nos urge a prepararnos para encontrarnos con el Salvador, mientras que el Evangelio de San Juan Bautista nos advierte que el Cordero de Dios está incluso ahora entre nosotros, aunque parezca que no le conocemos.

El espíritu del Oficio y de la liturgia a través de todo el Adviento es uno de espera y preparación para la Navidad así como para la segunda venida de Cristo, y los ejercicios penitenciales, que han sido adecuados para ese espíritu, son suspendidos en el domingo de gaudete para simbolizar la alegría y el regocijo por la redención prometida, que nunca deben estar ausentes del corazón de los fieles.

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